Por:
Juan David Guerrero
Mi
nombre es David, tengo 19 años, soy estudiante universitario y hago parte al
igual que 23 chicos y chicas del parlamento Juvenil de MERCOSUR. ¿Qué es para mí
el PJM?, ¿estos dos años de participación
qué experiencia me aportan?
Diría
en primer lugar que es un espacio muy importante para dar el debate y plasmar
nuestro sueños sobre la escuela que queremos en Colombia, pero no solo es eso,
sino que por ser un espacio compartido a
nivel suramericano permite comparar y entender la situación en materia
educativa de Argentina, Bolivia, Uruguay, Brasil, Paraguay y en esta nueva
etapa Venezuela.
En
el PJM pasan muchas cosas. Quienes nos encontramos ad-portas de dejar este
cargo – que es una responsabilidad muy grande por cierto - estaríamos de acuerdo
en lo siguiente: el acercamiento y la comprensión a través de la experiencia
personal y colectiva sobre cómo son, cómo visten, cómo hablan y qué piensan los
demás parlamentarios de esos países – estudiantes como nosotros - son nuevas
formas que permiten superar la visión regional – a veces un tanto pesimista -
de nuestra identidad cultural y de nuestro proyecto educativo; porque quizás
nosotros estemos mucho menos identificados con nuestro colegio que un
estudiante uruguayo, que goza de un sistema escolar con aulas de no más de 20
estudiantes y un sistema educativo gratuito en todos sus niveles – una maravilla!
Tal
vez nos hacen falta muchas UNILAS (Universidad de Integración Latinoamérica),
que el hermano país del Brasil ha constituido como un referente de integración
en educación, ubicada en Foz de Iguazú, territorio muy cercano a los límites
con el Paraguay y Argentina, donde existe la posibilidad de que un estudiante lance
una pregunta “falando” en portugués y al mismo tiempo este reciba una respuesta
en español ¡que genios!
Pero
quizás necesitemos también de un proyecto educativo como el argentino, donde
los estudiantes comienzan su vida universitaria mientras terminan sus estudios
secundarios e ingresan a la Universidad sin ningún tipo de examen o requisito
que se los impida. Son esos y otros elementos como la calidad, la pertinencia,
los fines o los principios y propósitos, los que permiten una comparación entre
nuestra escuela y la de ellos; su historia y la nuestra o mejor aún, nuestro
gobierno y sus gobiernos. En esos términos entonces, podría exponer lo
enriquecedor que ha sido un momento al lado de otras realidades, cuyo valor
radica en el fortalecimiento de lo que llamamos Empatía: ponerse en el lugar
del otro u otros, sentirse por un momentito parte de la constitución de otro
país.
Pero
junto a este panorama, se encuentra el legado que compañeras y compañeros,
todos de distintas latitudes del territorio, han dejado para el parlamento y
para mí mismo.
Como
ustedes sabrán, Colombia tiene cinco regiones geográficas, de lo cual el
parlamento toma nota y elige a sus integrantes privilegiando la pluralidad y la
multiculturalidad. Por eso lo que se discute tiene que ver tanto con la visión
de una chica o un chico en La Guajira hasta con el punto de vista de un
nariñense como es mi caso. O del cómo sueña su escuela un estudiante de la
costa Caribe hasta el cómo piensan los jóvenes la educación en el Casanare.
Eso
es importante, ya que en temas tan complejos como es el pensarse un nuevo
modelo de educación, los jóvenes casi siempre somos opacados por las voces de
los adultos que hablan en nombre de la autoridad y de la experiencia; sobre
cuáles y cómo deben ser los mejores métodos para educar y formar a las nuevas generaciones.
Estos olvidan poner el acento en quienes viven la mitad del tiempo dentro de
las aulas y quizás sea por eso que tenemos una educación con infinidad de cosas
por superar y por mejorar.
A
eso apuntamos en el parlamento, a opinar, a discutir, argumentar y proponer la
construcción de un nuevo y mejor modelo educativo, con miras hacia la integración
colombiana y luego sí, el fortalecimiento de las relaciones con los hermanos
países.
Creo
que me llevo algo de cada quien y creo también que alguien se llevó alguna
parte de mí. Ahora nosotros damos el salto a la terminación de nuestro periodo
que va del 2012 hasta el 2014 y esperamos con alegría que las y los nuevos
parlamentarios asuman este reto como una aventura enriquecedora en lo humano y
en lo social, pero fundamentalmente como una experiencia para abrirle las
puertas al cambio y la transformación de nosotros mismos y nuestra escuela.